I’m siting in a room

Post  303 - 4 de Diciembre de 2010 - Categoría: Música y arte sonoro.

I am sitting in a room (1969) es una de las obras más conocidas de Alvin Lucier. La singularidad de esta pieza no sólo está dada por su planteo y propuesta compositivas, sino porque es el mismo Lucier quien asume el doble rol de compositor y performer.

La obra se basa en la narración de un texto que, ni bien es leído, es grabado y luego reproducido desde esta segunda versión, ahora grabada. Mientras sucede la reproducción de lo grabado, una nueva grabación tiene lugar. Así, emulando un caleidoscopio, en un mecanismo que se espeja y se deforma con cada reflejo, la obra se repliega, o se abre, sobre sí misma una y otra vez. El espacio es la lente que deforma o modela cada reiteración del texto, ahora grabado, ya que cada espacio propone una acústica y una resonancia que le es propia. Así, en la reproducción y grabación in situ del mismo texto una y otra vez, las propiedades acústicas y las frecuencias formantes de ese espacio/escenario elegido producen que ciertas frecuencias sean enfatizadas conforme entran en resonancia con la sala, hasta que eventualmente las palabras de ese texto se vuelven ininteligibles y son reemplazadas por las puras armonías y alturas resonantes de la sala misma.

El texto completa y cierra el círculo infinito, ya que narra el proceso mismo que acontece, dando cuenta del dispositivo: “estoy sentado en una habitación distinta de aquélla en la que ustedes están sentados, y estoy grabando el sonido de mi voz al hablar y voy a reproducirlo hacia dentro de la habitación una y otra vez hasta que las frecuencias de resonancia de la habitación se refuercen a sí mismas para que así cualquier apariencia/característica de mi habla, con excepción tal vez del ritmo, sea destruida.” , narra Lucien y concluye en una suerte de nueva vuelta de tuerca: “considero esta actividad no tanto como manifestación de un hecho físico, sino más bien como una forma de allanar cualquier irregularidad que mi hablar pudiera tener”, haciendo referencia a su propio tartamudeo al hablar. Así, en el curso de tiempo que dura la pieza, el significado de lo que hemos estado escuchando se “escabulle” del dominio del lenguaje para entrar al dominio de la armonía.

Alvin Lucier es probablemente uno de los primeros compositores en poner de manifiesto que un espacio, dadas sus características arquitectónicas, puede constituirse en algo más que un mero marco para la ejecución de un concierto: puede constituirse en un instrumento musical en sí mismo.


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