La Casa de la Cascada
Post 104 - 15 de Febrero de 2008 - Categoría: Acústica arquitectónica.
Los arquitectos, a veces de manera voluntaria y otras involuntariamente, nos regalan edificios sonoros. Espacios donde el conjunto de visión y sonido refuerza el carácter de la edificación. La Casa de la Cascada de Frank Lloyd-Wright es uno de estos maravillosos ejemplos.
Situada en plena naturaleza y sin contaminación acústica, la casa debe el nombre a tener justo al lado dos pequeñas cascadas. La residencia logra armonizarse con su entorno natural proponiendo una sucesión de volúmenes puristas que dan la impresión de levitar sobre el agua. No vamos a explicar ni porqué ni cómo se hizo, para eso es mejor visitar la web de mi moleskine arquitectónico, que contiene una excelente explicación. Aquí vamos a centrarnos en las propiedades acústicas de una casa que tiene incorporada una cascada.
El sonido del agua cayendo es omnipresente en todos los rincones de la casa, pese a ser invisible desde el interior de la casa. Se puede escuchar en diferentes intensidades dependiendo de la estancia en la que nos encontremos.
Por lo general, el sonido del agua de una cascada es relajante, además hay otras propiedades del aire debidas al salto del agua, que también condicionan el cuerpo y la mente para la relajación. Los monjes budistas entrenan sus cantos afinando su voz al sonido de una cascada. Sus cantos se componen por bajas frecuencias con pequeñas variaciones de tono. El sonido de una cascada tiene una preponderancia en bajas frecuencias, pero también tiene medias. Además, el sonido siempre es cambiante y siempre sorprendente, dentro de sus parámetros lógicos.
Se trata de un sonido muy localizado, con un rumor constante y sus fluctuaciones dependen del ciclo de la naturaleza. Según las estaciones tendremos más sonido, como en primavera y otoño, y durante el invierno o el verano el sonido disminuirá considerablemente. Por lo general, las personas, nos acostumbramos bien a los sonidos constantes, son los sonidos puntuales los que despiertan nuestro interés y hacen que, por ejemplo, nos cueste dormir. Vivir al lado de una carretera nos hace tener un sueño inconstante y con repetidas alertas por el sonido de los coches al pasar, en cambio si la carretera está lejos, percibimos el sonido como un rumor constante y nuestro cerebro no le da importancia. Pero de todas maneras el cerebro, tras un cierto tiempo, se acostumbra ha todo tipo de sonidos. Como analogía podríamos hablar del tacto, al colocarnos la ropa notamos su tacto, pero al cabo de un rato nos acostumbramos a ella. Lo mismo sucede con el sonido, el primer día escucharíamos el agua a todas horas, el segundo día ya la asociaríamos al lugar y pasaría a ser un sonido de fondo que no nos molestaría.
Al sonido del agua le asociamos cierta sensación de ambiente puro, de sustancia suave, cristalina y natural, sin artificios. Pero lo que yo me pregunto es si la sobreestimulación del sonido del agua en las personas que vivan en dicha casa puede provocarles alguna alteración en el sistema urinario.
Esta animación hecha por la gente de Digital Urban, da una aproximación de la casa y su entorno, quizás en un formato videojuego.
Las tres fotos siguientes muestran los diferentes caudales de la cascada en los tres tipos de estaciones, estaciones lluviosas, verano e invierno. En invierno, incluso llega a congelarse el río y desaparece el sonido de la cascada.
Estación de primavera u otoño.
Estación de verano.
Estación de invierno.
Detalle terrazas en verano.
Detalle terrazas y marquesinas.