Chirrido de uñas arañando una pizarra

Post 7 - 29 de Enero de 2007 - Categoría - Psicoacústica

Los humanos tenemos una serie de actos instintivos reflejos: la llamada "piel de gallina", los escalofríos en situaciones de terror, el erizamiento del vello de la nuca son ejemplos de esas conductas inconscientes.

 

¿Alguna vez os habéis preguntado por qué resulta tan desagradable el chirrido de las uñas arañando una pizarra? Es un sonido parecido a la tiza dura rayando una pizarra, o las puntas de un tenedor metálico rascando un plato de porcelana.

 

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foto: mightyboybrian

 

Pues se acaba de dar una explicación, aunque sea en el no muy prestigioso marco de los premios Ig Nobel. Los Ig Nobel son una especie de antinóbel, y premian las investigaciones más imaginativas y estrambóticas. La entrega de los Ig Nobel la organiza anualmente la revista de humor científica "The Annals of Improbable Reserch" (Anales de la Investigación Improbable). La pronuncia en inglés de "Ignobel" significa "innoble". Lo cual no quiere decir que algún galardonado por el Ig Nobel, después haya ganado el Nobel verdadero. Es el caso del físico de Harvard Roy Glauber, el padre de la óptica cuántica, premio Nobel de Física 2005.

 

Volvamos a los chirridos. Uno de los premiados este año 2006, Rudolph Blake, ha hecho un encomiable estudio en el que obligó - voluntariamente se supone - a diferentes sujetos a sufrir diversos ruidos infernales para ofrecérnoslos clasificados. El número uno en el escalafón de los ruidos más desagradables fue un rastrillo de jardín arañando una pizarra, seguido del roce del metal con el metal y del chirriar de la espuma de poliestireno frotada sobre sí misma.

 

Uno podría pensar que la explicación es que cuando más alto en el umbral de estridencia se encuentre estos sonidos, más desagradables serán. Pues no. Según Blake, estos sonidos se agrupan en la mitad de la gama de sonidos auditiva. La respuesta que da Blake es que estos sonidos se parecen mucho a los gritos agudos de las crías de chimpancés pidiendo ayuda. ¿Reflejo atávico? ¿Simple casualidad?

 

El estado actual de nuestros conocimientos sobre el cerebro impide, por el momento, saber si Blake es un digno merecedor del Ig Nobel. O si ha dado en el clavo y se merece el Nobel auténtico, por lo menos.

 

Eco de:

Memecio

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