Cuatro ilusiones acústicas

Post 107 - 26 de Febrero de 2008 - Categoría: Psicoacústica y cerebro.

 

Hace algún tiempo explicamos la escala de Shepard. Hoy comentaremos cuatro ilusiones o trampas que cae el cerebro por intentar hacer lo que mejor sabe hacer: interpretar los mensajes en todas las condiciones posibles.

 

Barber’s shop illusion
La primera ilusión es una demostración del efecto estéreo. Escuchándola, es como si estuviéramos en la silla de un peluquero y él se moviera alrededor nuestro. Cuando el peluquero se mueve hacia la derecha, el volumen del canal derecho aumenta ligeramente y el izquierdo disminuye. De esta manera se consigue el efecto que parece que se encuentre a nuestra derecha. Asimismo, el incremento de volumen del sonido de las tijeras, dan la impresión que él las acerca cada vez más a nuestro oído.

 

La ilusión demuestra nuestra gran capacidad de localizar sonidos en el espacio. El sonido contiene información a la que muchas veces no le prestamos atención, ya que el proceso de descodificación lo realiza el cerebro de manera automática. La diferencia entre los dos oídos nos da la localización espacial. Pero además la reverberación que contiene el sonido que nos llega nos indica que se encuentra lejos de nosotros y dentro de una habitación. Esta reverberación va cambiando a medida que el barbero se desplaza a través de la habitación, hasta que llega a nuestro lado, donde su voz se encuentra en el campo directo de sonido y las reflexiones del sonido, la reverberación, queda muy atenuada por el sonido directo que nos llega más fuerte.

 

Escuchar con auriculares o colocar los altavoces muy cerca de las orejas.

Duración 4:40

 


Palabras fantasmas
Esta ilusión está en inglés y no podemos hacernos una idea completa, pero sí una aproximación. Fue demostrada por Diana Deutsch de la Universidad de California, San Diego. Agregando el efecto estéreo, descrito anteriormente, con la repetición de sílabas en diferentes puntos de un espacio, nuestro cerebro intenta construir palabras e incluso frases coherentes. Sin embargo, ninguna de las palabras está realmente allí.

 

Nuestro cerebro las construye en un intento de tener sentido a lo que escuchamos aunque sea ruido sin significado. Además cada persona escuchará diferentes palabras en función de su estado anímico.

Pulsar aquí.

 


Sílabas que desaparecen
La mayor parte de percepción humana es el resultado del cerebro llenando huecos en la información parcial que recibe de nuestros sentidos. Esto quiere decir que si una parte de una grabación de audio falla, nuestro cerebro a menudo lo resolverá con una palabra o una sílaba que para él tendría que estar allí. En esta grabación por Richard Warren de la Universidad de Wisconsin en Milwaukee, una oración hablada es interrumpida por una tos. Uno de las sílabas ha sido quitado completamente por la tos. Pero, la gente que entiende el inglés, puede entender el contexto de la frase pero les resulta muy difícil decir cuál es la sílaba que ha desaparecido. Nuestro cerebro no está preparado para detectar errores sinó para suplirlos. Si la sílaba se sustituye por un período de silencio, entonces el reconocimiento de lo eliminado resulta más fácil. Recibimos menos información sonora, se ha suprimido la tos, y tiene más tiempo para darse cuenta de qué sílaba falta.

Pulsar aquí con tos.

Pulsar aquí con silencio.

 


Ilusión de la escala
Otro efecto demostrado por Diana Deutsch, nos demuestra como nuestro cerebro agrupa notas musicales similares. Escucharemos dos escalas interpretadas al mismo tiempo: una ascendente en una oreja y otra descendente en la otra oreja. Sin embargo, el cerebro obliga a que escuchemos cuatro notas descendientes y cuatro ascendentes y no las ocho notas de la escala. Si observamos el dibujo vemos que la interpretación no corresponde a nuestra sensación. Nuestro cerebro hace coherente la interpretación agrupando notas para dar sentido. Por eso la primera nota del oído derecho la relaciona con la segunda del oído izquierdo, ya que la segunda del oído derecho no le parece que estén relacionadas.

Pulsar aquí.


 

Eco de:
NewScientist

 

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